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La joven tejedora


Marina Colasanti
Global


La tejedora de esta historia infantil tiene el don de tejer todo lo que necesita, y todo lo que quiere, por ejemplo leche para beber, luz del sol para calentarse y paisajes llenos de horizontes bellos para sentirse feliz. “Tejer era todo lo que hacia, tejer era todo lo que quería”; sus hilos no tenían grandes pretensiones, hasta el día en que la tejedora sintió la necesidad de tener un compañero y encontró en el telar la solución, pero una vez tejidos y hechos hombre, sus hilos adquirieron pretensiones ajenas, que muy distantes a hacerla sentir feliz, le traen el tiempo en que se arrepiente de todos los hilos tejidos pues le causan una tristeza enorme.
Tejer el sol, la noche, el alimento, tejer la vida, es la propuesta de esta historia. Buscar dentro de sí los hilos más finos para vislumbrar el propio telar, aun a sabiendas de que en alguna puntada se podrán pinchar los dedos o se podrá tejer un espejismo egoísta como suele ser el amor. A través de un lenguaje poético e ilustraciones bordadas por una familia de 5 mujeres Marina Colasanti nos da a entender que el lugar común para que un tejido se desvíe -y más al tratarse de un cuento de hadas como este-, es el momento en que el príncipe azul aparece en la vida de una mujer y ésta deja de tejer su propia vida para dedicarse al telar de él.
El riesgo censurable de La joven tejedora quizás está en que el lector se siente en la necesidad de prever el final de la historia y el mismo tejido de la narración no le permite llegar a “vivieron felices para siempre”, sino que al contrario, la opinión de quienes observan el telar suele ser la misma: la solución está en las manos de la tejedora y no es precisamente la que corresponde a una princesa-plebeya común que permanece encerrada en una torre.
En este libro la felicidad tradicional de las historias de amor se ve cuestionada, así como el papel que las mujeres desempeñan en ellas y en la vida en general, sugiriéndole al lector una postura critica frente a temas como la separación y el abuso.

Marina Colasanti nació en Asmara, Etiopía, pero pasó allí muy poco tiempo. Sus padres son italianos y fue en ese lugar donde transcurrió su primera infancia, luego fue llevada a vivir a Brasil donde ha permanecido hasta hoy. Tal vez por eso sus historias no se dejan ubicar en un lugar determinado, parece que pudieran ocurrir en cualquier parte del mundo real o en algún recodo de un mundo soñado. Además de escritora es periodista, ha sido guionista y presentadora de programas de televisión y la mayoría de sus libros son ilustrados por ella misma. Pero lo que hace realmente especiales sus textos es su tono lleno de ecos, su estilo cargado de símbolos que siempre dejan la sensación de haber contado algo más allá de las historias que relata, algo importante, imprescindible que sin pasar por el cerebro se va directo hasta el alma.

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