Asolectura presenta su nueva colección de libros con textos sobre lectura, escritura, educación, literatura y fomento a la lectura.
Agamenón y su porquero
Jorge Larrosa
En esta selección de textos, el Filósofo de la educación Jorge Larrosa plantea una serie de interrogantes sobre la forma de relacionarse con las palabras, el lenguaje y la literatura. Y sobre el papel del maestro en la transmisión de estas cuestiones. Conceptos como la verdad, la hermenéutica, la erótica y la conversación, esbozan un panorama de la lectura, la escritura y la educación en el que la “palabra humana” es recuperada, para dar paso a una experiencia de la lectura como posibilidad de transformación.
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Dos o tres pasos hacia el mundo de lo escrito
Michèle Petit
Las conferencias presentes en este volumen de la colección Primero el lector tienen como punto de partida el papel de las prácticas de lectura y su promoción dentro de contextos de exclusión. Michéle Petit narra episodios de lectura en los que los protagonistas son inmigrantes, sociedades rurales, reclusos de cárceles, mujeres y niños inmersos en contextos de extrema pobreza; que han encontrado en la cultura escrita otras posibilidades para relacionarse con el mundo y transformar la manera de mirar y simbolizar su realidad.
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La disciplina de la imaginación
Antonio Muñoz Molina
En este número se encuentran dos textos del mismo autor los que nos habla sobre su experiencia lectora y lo que la literatura ha significado para su vida personal y profesional. En La disciplina de la imaginación se redimensiona la importancia de entender que la lectura y la escritura de la literatura requieren de una disciplina y que este es un placer que se construye con dificultad. En el texto Sobre la experiencia de la ficción, Muñoz plantea que los seres humanos tienen una necesidad de ficción, porque ese don innato de contar y escuchar historias es indispensable para encontrarle sentido al mundo.
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Como si hiciese un caballo
Marina Colasanti
En el primer texto Colasanti hace una descripción de las lecturas que han marcado su vida, se presenta como testimonio que cuenta la emoción que produjeron en ella ciertos libros a los que les debe lo que es actualmente, ya que estos le han dado un sentido más amplio a su vida. En el texto El LIBRO, entre la Barbie y la larga noche, hace una reflexión acerca del futuro del libro como objeto de la industria cultural y producto de consumo masivo, en el concluye que debe educarse el gusto desde la infancia para que sean los lectores quienes exijan literatura de calidad que el mercado este en la obligación de suministrar.
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Todos los títulos disponibles en Asolectura y Babel Libros
Costo: $ 8000
Agamenón y su porquero
Fragmento Una lengua para la conversación
“Lo que quiero decirte entonces, en primer lugar, es que necesitamos buscar una lengua que no rebaje, que no disminuya, que no construya posiciones de alto y bajo, de superior e inferior, de grande y pequeño. Necesitamos una lengua que nos permita una relación horizontal, una relación en la que tú y yo podamos sentirnos del mismo tamaño, a la misma altura.
Lo que quiero decirte, en segundo lugar, es que necesitamos una lengua, que no sea sólo inteligible. Fíjate que cuando en filosofía, y no sólo en filosofía, se trata de dar cuenta del carácter sensible de la lengua, cuando se trata de considerar la lengua desde su relación con el cuerpo y con la subjetividad, frecuentemente se apela a nociones que tienen que ver con la oralidad, con la boca y con la lengua, con el oído y con la oreja, con la voz. Y ahí no se trata de la diferencia entre habla y escritura, sino de la diferencia entre distintas experiencias de la lengua incluyendo el leer y el escribir. La oralidad a la que me refiero no se opone a la escritura sino que atraviesa todo el lenguaje, como si la escritura tuviera su propia oralidad, como si pudieran trazarse diferencias entre tipos de escritura según sus distintas formas de oralidad. La voz es la marca de la subjetividad en la experiencia del lenguaje, también en la experiencia de la lectura y de la escritura. En la voz, lo que está en juego es el sujeto que habla y que escucha, que lee y que escribe. A partir de aquí se podría establecer un contraste entre una lengua con voz, con tono, con ritmo, con cuerpo, con subjetividad, una lengua para la conversación… y una lengua sin voz, afónica, átona o monótona, arrítmica, una lengua de los que no tienen lengua, una lengua de nadie y para nadie que sería, quizá esa lengua que aspira a la objetividad, a la neutralidad y a la universalidad y que intenta, por tanto, el borrado de todo trazo subjetivo, la indiferencia tanto en lo que se refiere al hablante/escritor como en lo que se refiere al oyente/lector.
Y lo que quiero decirte, por último, es que necesitamos una lengua en la que hablar y escuchar, leer y escribir, sea una experiencia. Singular y singularizadora, plural y pluralizadora, activa pero también pasional, en la que algo nos pase, incierta, que no esté normada por nuestro saber, ni por nuestro poder, ni por nuestra voluntad, que nunca sepamos de antemano adónde nos lleva.
Me gustaría conversar contigo.”
Lo que quiero decirte, en segundo lugar, es que necesitamos una lengua, que no sea sólo inteligible. Fíjate que cuando en filosofía, y no sólo en filosofía, se trata de dar cuenta del carácter sensible de la lengua, cuando se trata de considerar la lengua desde su relación con el cuerpo y con la subjetividad, frecuentemente se apela a nociones que tienen que ver con la oralidad, con la boca y con la lengua, con el oído y con la oreja, con la voz. Y ahí no se trata de la diferencia entre habla y escritura, sino de la diferencia entre distintas experiencias de la lengua incluyendo el leer y el escribir. La oralidad a la que me refiero no se opone a la escritura sino que atraviesa todo el lenguaje, como si la escritura tuviera su propia oralidad, como si pudieran trazarse diferencias entre tipos de escritura según sus distintas formas de oralidad. La voz es la marca de la subjetividad en la experiencia del lenguaje, también en la experiencia de la lectura y de la escritura. En la voz, lo que está en juego es el sujeto que habla y que escucha, que lee y que escribe. A partir de aquí se podría establecer un contraste entre una lengua con voz, con tono, con ritmo, con cuerpo, con subjetividad, una lengua para la conversación… y una lengua sin voz, afónica, átona o monótona, arrítmica, una lengua de los que no tienen lengua, una lengua de nadie y para nadie que sería, quizá esa lengua que aspira a la objetividad, a la neutralidad y a la universalidad y que intenta, por tanto, el borrado de todo trazo subjetivo, la indiferencia tanto en lo que se refiere al hablante/escritor como en lo que se refiere al oyente/lector.
Y lo que quiero decirte, por último, es que necesitamos una lengua en la que hablar y escuchar, leer y escribir, sea una experiencia. Singular y singularizadora, plural y pluralizadora, activa pero también pasional, en la que algo nos pase, incierta, que no esté normada por nuestro saber, ni por nuestro poder, ni por nuestra voluntad, que nunca sepamos de antemano adónde nos lleva.
Me gustaría conversar contigo.”
La disciplina de la imaginación
Antonio Muñoz Molina
Fragmento La disciplina de la imaginación
“A nadie le interesa aprender cosas inútiles. Desde que nacemos nuestra necesidad de aprendizaje está ligada a nuestro instinto de supervivencia. Queremos saber lo que nos resulta necesario, y buscamos fuera de nosotros lo que existe como un esbozo o una intuición dentro de nosotros mismos. Por eso sólo amaremos los libros si nos damos cuenta de que no son inútiles y de que pertenecen al reino de nuestra propia vida.”
Fragmento La disciplina de la imaginación
“A nadie le interesa aprender cosas inútiles. Desde que nacemos nuestra necesidad de aprendizaje está ligada a nuestro instinto de supervivencia. Queremos saber lo que nos resulta necesario, y buscamos fuera de nosotros lo que existe como un esbozo o una intuición dentro de nosotros mismos. Por eso sólo amaremos los libros si nos damos cuenta de que no son inútiles y de que pertenecen al reino de nuestra propia vida.”
Como si hiciese un caballo
Marina Colasanti
Fragmento EL LIBRO, entre Barbarie y la larga noche
“Tan diversos y dirigidos a públicos tan diferentes, todos esos libros constituyen, en su conjunto y cada uno por sí solo, un hecho cultural. Pues todo libro, sea cual fuere, lleva en sí elementos reveladores de la cultura de su tiempo.”
Dos o tres pasos hacia el mundo de lo escrito
Michèle Petit
Fragmento Variaciones sobre tres vocablos: palabra, comunicar, narración
"Los mitos, los cuentos, las leyendas, poesías, novelas, que muestran las pasiones humanas, los deseos, los miedos, hacen comprender a cada uno, niño o adulto, no a través del razonamiento sino del desciframiento inconsciente, que lo que le atormenta pertenece a todos. Son puentes construidos entre unos y otros, puentes lanzados entre la parte indecible del ser y la que se presenta a los demás. Y son también la ocasión de compartir entre generaciones, algo que no es muy frecuente en nuestra época, cuando tantas actividades culturales tienen lugar entre personas de la misma edad.”
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